Las Leyes del Amor: ¿Qué leyes rigen nuestro Sistema Familiar?
- Larissa De Las Casas Pereira

- 15 jun
- 3 Min. de lectura

Según el trabajo realizado durante tantas décadas por Bert Hellinger, padre del método terapéutico de las Constelaciones Familiares, existen Tres Leyes que rigen el Sistema Familiar. Estas tres leyes no tienen que ver con raza, nacionalidad, religión, y rigen a todos los sistemas por igual, y el quebrantamiento de estas leyes trae consigo desequilibrios dentro del sistema en cualquiera de sus casos.
Las Tres Leyes del Amor como fueron denominadas, son: Ley de Pertenencia, Ley de Orden y Ley de Equilibrio.
Ley de Pertenencia: Aquel o aquello que pertenece al sistema, pertenece y no puede ser excluido. Si algo o alguien que pertenece es excluido, será traído de vuelta al sistema, representado dentro del sistema como algún síntoma o revivido por la actitud de algún descendiente.
Una de las percepciones más profundas de Hellinger es de que la Gran Conciencia Universal no tolera ninguna exclusión. En ella, todos pertenecen y todos tienen un lugar de amor y reconocimiento.
Cuando en un sistema ocurre una exclusión, en aquel sistema pasa a haber una carencia y los efectos son sentidos en sus descendientes que inmediatamente pasan a estar enmarañados y no están libres para vivir la verdadera libertad. Frecuentemente un descendiente adopta para si una característica de aquel que fue excluido, o carga con la culpa por algo que fue hecho o dejado de hacer por aquel antepasado.
En la gran mayoría de las veces el excluído no es conocido o percibido como tal hasta que alguien identificado con un ancestro o con un acontecimiento, utilizando herramientas sistémicas como pueden ser las constelaciones familiares, entiende el vínculo y puede percibir el amor que libera y trae la paz y el equilibrio nuevamente.
Ley de Orden: Quien vino antes, vino antes, quien vino después, vino después; quien vino antes es grande, quien vino después es pequeño; quien vino antes da, quien vino después, recibe.” Punto. Y en esto no hay excepción válida. No existe ninguna historia familiar que sirva de excepción a esta ley. Entonces, en el caso de la relación padre-hijos por ejemplo, los padres vinieron antes, son grandes y dan, los hijos vinieron después, son pequeños y reciben. Punto.
Muchos hijos desean mudar esta realidad y realizan una inversión de orden con las más variadas justificantes y los más variables motivos que toman como suficientes o justos. No importa realmente los motivos que han llevado a la inversión de orden entre hijos y padres, esto no muda realmente el efecto de la inversión. Imaginemos por ejemplo una jarra llena de agua y que sucedería si la colocáramos invertida. A este respecto Bert Hellinger afirma: “El amor llena lo que el orden abarca. El uno es el agua, el otro el jarro. El orden recoge, El amor fluye. Orden y amor se entrelazan en su actuar.”
El respeto al Orden promueve el flujo del amor en su mayor abundancia. Los hijos solo sienten y disfrutan de la grandeza más profunda de los padres cuando respetan su lugar como grandes y cuando asumen su lugar de pequeños en el orden familiar.
Ley del Equilibrio: “Los intercambios en una relación entre iguales deben ser sustentados en el equilibrio dinámico entre el dar, el recibir y el tomar”.
Una relación entre iguales por ejemplo estamos hablando de una relación entre hermanos, entre amigos o entre pareja. Cuando el equilibrio falla en una relación entre iguales la relación sufre el efecto natural del movimiento resultante, tal como por ejemplo una balanza sufre el desequilibrio de los pesos, por exceso o por defecto. Bert Hellinger señala que “las ordenes del amor entre la pareja son diferentes a las ordenes del amor entre padres e hijos. Es por esto que la relación de pareja sufre una grave perturbación cuando se transfiere a ella las leyes que rigen la relación padre-hijos. Si por ejemplo, en una relación de pareja la pareja busca recibir del otro el amor incondicional, como un niño busca en un padre o una madre, él espera recibir del otro la misma seguridad que un padre da a sus hijos. Esto provoca una crisis en la pareja haciendo que de aquel de quien se ha esperado demasiado, se acabe alejando”.






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