El Paciente Identificado: Cuando el Síntoma Se Vuelve la Identidad
- Larissa De Las Casas Pereira

- 29 jun
- 3 Min. de lectura

El concepto de paciente identificado es fundamental en la psicología sistémica y familiar. A diferencia de las perspectivas individuales que se centran en la psique de una sola persona, la psicología sistémica ve al individuo dentro de una red de relaciones, especialmente la familiar.
¿Qué es el Paciente Identificado?
En la psicología sistémica, el paciente identificado (PI) es la persona en un sistema (generalmente la familia) que manifiesta los síntomas o problemas más evidentes. Es quien lleva el "rótulo" o la "etiqueta" de ser "el problema", "el conflictivo", "el depresivo", "el ansioso", o el "adicto" de la familia. Sus síntomas son la razón por la que la familia (o el sistema) busca ayuda terapéutica.
Es importante entender que el PI no es necesariamente la causa del problema familiar, sino más bien el portador del síntoma de una disfunción o desequilibrio subyacente en el sistema completo. Sus síntomas son, de alguna manera, una expresión del estrés o la tensión que existe en las relaciones del grupo.
Origen del Concepto: Psicología Sistémica y Familiar
Este concepto nace y se desarrolla principalmente dentro de la terapia familiar y la psicología sistémica. Pioneros como Salvador Minuchin, Jay Haley, Virginia Satir y la Escuela de Palo Alto (Gregory Bateson, Don D. Jackson), entre otros, revolucionaron la forma de entender los problemas psicológicos. Antes, si un hijo tenía problemas de conducta, se le veía como un "niño problemático". La perspectiva sistémica cambió esto al preguntar: "¿Qué está sucediendo en el sistema familiar que este niño está manifestando estos síntomas?".
La idea central es que los problemas individuales son a menudo una manifestación de dinámicas relacionales complejas y no resueltas dentro de la familia o del sistema social al que pertenece el individuo.
De Identificador del Problema a Ser el Problema
La dinámica del paciente identificado es sutil y poderosa, y es así como la persona pasa de identificar el problema (a veces de forma inconsciente, a través de sus síntomas) a ser el problema en la percepción del sistema:
Manifestación del Síntoma: El individuo, consciente o inconscientemente, comienza a mostrar comportamientos, emociones o problemas (ansiedad, rebeldía, depresión, adicción) que son una señal de que algo no está bien en el sistema. A menudo, estos síntomas son una forma de comunicar una tensión subyacente que nadie más está dispuesto a reconocer o abordar directamente. Por ejemplo, un adolescente con problemas de conducta puede estar expresando la tensión no resuelta entre sus padres.
Focalización del Sistema: El resto de la familia o el sistema reacciona a estos síntomas, y en lugar de buscar la raíz sistémica, focaliza toda la atención y la culpa en el individuo que los presenta. El PI se convierte en el "culpable", la "manzana podrida" o la "pieza defectuosa" que necesita ser "arreglada". Esto permite al resto del sistema evitar su propia responsabilidad o participación en la disfunción. Es más fácil decir: "El problema es que mi hijo es rebelde" que: "¿Cómo contribuye nuestra dinámica familiar a la rebeldía de nuestro hijo?".
La Persona como Etiqueta: Una vez que la etiqueta de "paciente identificado" se adhiere, se refuerza la idea de que el individuo es el problema. Cualquier intento del PI de señalar las dinámicas disfuncionales del sistema ("Papá y mamá, siempre discuten frente a mí", o "Nadie en casa habla de lo que realmente siente") es descartado o atribuido a su "problema" preexistente. "Estás diciendo eso porque estás deprimido", o "Es tu rebeldía la que causa problemas, no nosotros".
Refuerzo y Atrapamiento: El PI queda atrapado en este rol. El sistema, al culpar al individuo, mantiene su propia estabilidad (aunque sea disfuncional) y evita el cambio. Para el PI, aunque el rol sea doloroso, a veces es la única forma de recibir atención o de mantener unido al sistema, incluso si es a costa de su propio bienestar. La identidad del individuo se fusiona con el síntoma que porta.
En esencia, el paciente identificado se convierte en un chivo expiatorio que absorbe y expresa la tensión sistémica, permitiendo que las verdaderas dinámicas disfuncionales permanezcan ocultas y sin ser desafiadas por el resto del sistema. La terapia sistémica busca precisamente romper este ciclo, ayudando a todo el sistema a reconocer su papel y a cambiar las interacciones que alimentan el problema.








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